Relato: A MI LADO (y III)

Soy un monstruo perteneciente a una realidad que todavía no existe
-Henry MILLER-

Lleva una semana libre. Escapó matando sin escrúpulos de la prisión donde le retenían. Nadie sabe quien era en ese momento, pero parecía tener una fuerza descomunal. Logró encontrar una forma de doblar los barrotes, de esquivar las alarmas, de matar sin ser herido... Lleva una semana libre y varias jovencitas ya han perecido bajo su locura.
Ha llegado por casualidad a un club llamado “Delirium Tremens” y ha podido descubrir que la carnaza allí dentro está por todas partes, se siente como un tiburón hambriento. Pero ha elegido a una, siempre tiene que elegir a una, y esta vez le ha tocado el turno a una preciosa muchacha que parecía ignorarle. Después de varios whiskys y una cerveza, se decide a entrar en acción. Ve como la muchacha sale por la puerta de atrás y él hace lo propio por la principal, dando un rodeo hasta que se la encuentra de cara. La muchacha va sola, parece que ha acabado su turno. Es preciosa y la desea como hace mucho tiempo no deseaba a ninguna. Sabe que no podrá resistirse a él, es el hombre ideal para cualquier mujer. Guapo, alto, inteligente, dominante... Pasa junto a ella y, sin suspirar siquiera, la golpea en la cara dejándola inconsciente al instante. La sube en el coche, sentada en el asiento del acompañante, le abrocha el cinturón de seguridad y habla con ella unos minutos. Es una conversación vacía pero que va llenando él improvisando palabras correctas y oyendo lo que le apetece oír como respuestas. Luego, arranca el coche, se enciende un cigarrillo y le ofrece otro a ella. Parece que no lo quiere, pero él insiste y el cigarrillo encendido cae al no tener presión de una labios que no reaccionan, pues ella sigue inconsciente. De pronto, las luces de un coche tras ellos empañan esta formidable noche. Él la tiene a su lado, es todo perfecto, sabe que ella también debe ser feliz por estar con él. Pero ahora debe hacer algo para despistar al coche que lleva pegado al culo. Huele a coche policial desde lejos y no piensa dejar que nadie arruine esta noche, este momento, de mágico placer y pura pasión. Gira bruscamente por un camino y allí espera a los dos policías que son recibidos con sangre, muerte, dolor y una enorme hacha. Vuelve al coche una vez eliminadas las molestias y descubre que la muchacha está despertando. No se lo impide, pero la amordaza y ata para luego sacarla del coche y dejarla caer sobre el abrupto suelo. Ella está totalmente despierta ahora.
-Hola, mi hermosa amada. Sé que no puedes aguantar las ganas de estar conmigo, que no quieres que te deje, que rabias por estar a mi lado. Pero tranquila, no tienes porque preocuparte, yo siempre estaré contigo. Aunque entera tampoco me sirves, creo que eres una excesiva incomodidad ¿tú que opinas? –Sin dejar que ella pueda siquiera emitir un gruñido con la boca amordazada, el tipo baja el hacha sobre la pierna derecha de la chica y se la corta de cuajo. La sangre se dispara, la pierna se mueve unos segundos por sí sola y, antes de que la muchacha se desmaye de dolor, mientras unos gritos mudos son arrancados de su boca, la otra pierna, la izquierda, también es cortada de un solo golpe. La muchacha se desmaya mientras un charco de sangre inunda su cuerpo desmembrado. El loco asesino ya no se divierte mucho, ya no ve como se mueve y decide que, para tenerla a su lado, le basta con la cabeza. Así que se la corta, la mete en una bolsa de deporte y luego improvisa una tumba para el resto del cuerpo.
Más tarde, consigue una habitación en un hotel de cinco estrellas con el dinero que ella llevaba encima. Se tumba en la cama junto a la cabeza de su nueva amada. La tiene a su lado y con ello se siente protegido y calmado. Sin saber que, fuera, un coche con dos policías, uno alto y robusto y otro bajito con una escopeta de cañones recortados, aparca junto al hotel.

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