Terror a ratos

No hay manera de tener cierta periodicidad con el blog, lo tengo muy abandonado. Por eso, mi firme intención es ir actualizándolo con pequeños relatos (más conocidos como microrrelatos) relacionados con el género de terror, el cual me atrae especialmente. Así que, a partir de hoy, queda inaugurada la sección "Terror a ratos" (que es una juego de palabras ultrainteligente por mi parte). Y como es el primer día y estoy en plan derrochador, hoy dos al precio de uno, compartiendo además título, que no es otro que...

EL FANTASMA

En los medios se la conoce como "La cazafantasmas". A ella le gusta esa definición, le parece muy acertada, por eso firma siempre con ese nombre, además le recuerda a cierta película que disfrutó de niña. Su tarea no es complicada, o al menos a ella le resulta de lo más sencilla: consiste en esperar sentada en la barra de una discoteca a altas horas de la madrugada, vestida con ropa sexy (aunque a esas horas la verdad es que poco importa) y comprobar como los moscones acuden a la miel. Tiene donde elegir, en una sola noche descarta a más de una docena, hasta que aparece el ganador, una presa solitaria, desorientada por la alta ingestión de alcohol (habitualmente de garrafón), dispuesto a deslumbrarla con sus dotes de persuasión, su pecho depilado, sus horas de gimnasio y su pelo endurecido con algún de gel fijador. Tiene que tener coche y que además "farde" de él, es imprescindible para poder alejarse de la multitud y disfrutar del momento íntimo. Luego todo resulta rápido, él se deja hacer, sonríe y cierra los ojos mientras ella comienza a magrearle la entrepierna y, antes de que se dé cuenta, una cuchilla afilada de veinte centímetros le ha atravesado el corazón, estómago y garganta. En segundos muere desangrado sin saber qué ha pasado realmente. Ella firma con sangre sobre alguna parte del coche, guarda de nuevo el cuchillo en el bolso, junto a la peluca y las pestañas postizas y vuelve a casa. Satisfecha por haber librado de la noche a otro "fantasma" más.

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"¡Buuu!" Dijo el niño disfrazado de fantasma. Y el delicado corazón de su abuelo, que no esperaba el susto, se detuvo para siempre.